Lucas tiene 23 años, realizó una capacitación en el Ejército Nacional y recientemente entregó la documentación para poder ingresar al Batallón de Infantería Mecanizada Nº 2.
Sus amigos lo describen como un joven amable, que no tenía problemas con nadie y que tenía como pasatiempo ir al gimnasio.
En la madrugada del pasado 19 de julio recibió un disparo en la cara con una bala de goma, además de un segundo disparo en la cadera. Perdió la vista y presentó graves lesiones en el rostro.
Sus amigos aseguran los disparos fueron ocasionados por un funcionario policial. Así se lo narraron a su padre. Los agentes llegaron hasta una fiesta donde estaba Lucas, alertados por ruidos molestos.
«No es un muchacho con antecedentes ni de mal vivir. Concurrió al cumpleaños como invitado de un vecino de crianza, de la infancia. No fue a una fiesta narco ni a una clandestina, como le llaman, ni nada de eso», lamentó el padre en un mensaje remitido a Telemundo.
El papá de Lucas indicó a Telemundo que pide justicia por su hijo, ya que a su entender, le arruinaron la vida.
«Lo único que pido es que se haga justicia. Se le arruinó la vida de mi hijo, hoy por hoy, quedó limitado para cualquier cosa que quisiera hacer. Aunque la vida no se le termina, se fue un muchacho sano. Siempre haciendo deportes, fútbol, gimnasio, hoy con esa lesión lo va a marcar para el resto de la vida psicológica y físicamente, para conseguir cualquier trabajo», lamentó.
Aseguró que «no busca plata», sino «justicia». «Una persona está en la calle armada y tendría que darle resguardo y asistencia al herido, pero lo que hace es darlo contra el piso y dejarlo abandonado en un hospital», criticó.
